viernes, 17 de agosto de 2012

The House; viviendo entre fantasmas...



Todo comenzo en aquellos días de lluvias, bajo aquel misterioso cielo gris que entonaba el horizonte, el viento soplaba desde las colinas emitiendo sonidos quejosos al asomarse a las ventanas. Me encontraba aburrida, pensando en que hacer acostada sobre el borde de mi cama acompañada de un cuaderno y una birome, se supone que anotaría todo lo que haría falta para aquella fiesta que yo no esperaba.

Hacía aproximadamente dos años desde que me mude a la casa de mi abuela, una vieja mansión a la que mi abuelo le dedico muchos años de su vida, para convertirla en la casa de sus sueños. La casa fué construida a fines del S.XVIII por Edgard Bagdackia, un militar ruso de casí dos metros de estatura, que pertenecía a la unión soviética en aquella época.

En los alrededores se pueden admirar docenas de bosquejosos arbolés de diferentes especies, como el roble, los mismos estan conectados a diferentes caminos o a mansiones vecinas de la zona y las cercanías, durante mi infancia solía jugar en aquellos jardines que parecían existir sólo en cuentos de hadas.
La mansión no parecía haber cambiado desde entonces, seguía tan untuante y hermosa como cuando paseaba de la mano de mi abuelo.

Ya lo recuerdo, la historia empieza de esta forma, seis meses después de que mis padres se separaran y decidieran mandarme a vivir con mi abuela, una mujer blanca de ojos negros y pelo teñido, muy moderna, atenta y supersticiosa. Mi abuelo un hombre moreno de gran estatura y corazón, erá un soñador un gran luchador, aunque en su última batalla aquel cáncer que nublaba sus días había logrado derrotarlo, a veces lo extraño mucho, otras veces un poco menos, el me enseño a enfrentar mis miedos y a sonreír igual cuando el día no te daba motivos para hacerlo. Pero son así las cosas inexplicables de la vida.

Todavía recuerdo la expresión del rostro del hijo de la Sra Adams cuando le dije que amaba pasear por los jardinés de la casa, que nunca había caminado por aquel profundo bosque que se encontraba más atrás de los jardinés traseros de la mansión pero que un día de estos lo haría. Se dice que durante los atardeceres después de las 6 pm, se pueden sentir el grosor y el tono de unos pasos caminando entre los arbustos, como también pueden oírse llantos en uno de los jardines traseros.
Los jardines son raros, se esconden entre laberintos donde facilmente uno puede perderse, aunque el jardín con más particularidad es el que te conduce hacia una fuente de agua, bajo el lecho de un angel caído de mármol, en cuya esquina se encuentra escrita una frase muy llamativa "Los angeles viven y luego van al cielo".
Según mi abuela en aquel         
          

No hay comentarios:

Publicar un comentario